Materiales como el hierro y el aluminio tienden a oxidarse con mucha facilidad, de ahí que las superficies que están fabricadas con dichos elementos necesiten un extra de protección con el fin de evitar la corrosión. Uno de los tratamientos más efectivos es la pintura antióxido, así como los barnices e imprimaciones especiales para combatir la oxidación. En este artículo te explicamos todo sobre los productos antioxidantes y cómo aplicarlos para que obtengas la máxima protección en cualquier superficie metálica.
Qué es la pintura antioxido y para qué se utiliza
En las viviendas existen numerosos objetos metálicos, como barandillas, rejas e, incluso, puertas exteriores. También encontramos dichos materiales en diferentes ambientes industriales, todo ello hace necesario el uso de un tratamiento para su protección y ese es la pintura antióxido.
La pintura antioxidante es un producto fabricado específicamente para renovar el aluminio, el hierro y los materiales galvanizados, además de garantizar una excelente protección. Estas pinturas especiales evitan que los materiales se oxiden por el impacto de agentes externos como las lluvias, la humedad o las oscilaciones de temperatura. Desde su aparición en el mercado se han convertido en un producto esencial para el tratamiento de superficies metálicas.
Este tipo de productos se pueden encontrar en base agua o disolvente y, además, están disponibles en una amplia gama de tonalidades.
¿Cómo se aplica este tipo de pintura sobre las superficies?
Para aplicar una pintura antióxido se debe contar con materiales y herramientas de buena calidad que brinden a las superficies tratadas un acabado y resultado excelente. En este caso en particular, las herramientas y materiales necesarios son:
Lijas específicas para emplear en metales
Rodillo para pintar
Brocha universal
Papeles de protección
Disolvente
Pintura antióxido
A continuación, detallamos el paso a paso para una correcta aplicación del producto sobre las superficies metálicas:
Antes de comenzar, debemos proteger las zonas de alrededor de la superficie que vamos a pintar para evitar manchas indeseadas.
Después comenzaremos con la preparación del soporte. Si la superficie metálica no tiene óxido, procederemos a limpiarla y desengrasarla con disolvente; mientras que si la superficie presenta óxido deberemos eliminar las partículas de óxido mediante cepillado mecánico o manual y, posteriormente, desengrasar la superficie con disolvente.
Tras la preparación de la superficie, aplicaremos una primera mano del producto elegido, extendiéndola muy bien sobre toda la superficie.
Dejaremos secar respetando los tiempos indicados por el fabricante.
Una vez que la primera mano se haya secado, procederemos con la segunda pasada de pintura antióxido. Es recomendable aplicar la pintura con rodillo de esmaltar para lograr un acabado sin marcas y sumamente liso.
Por último, dejaremos secar nuevamente y la superficie ya estará lista.
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